Nutcrackers, es una obra de la artista Jennifer Rubell. Consistió en la instalación de 18 maniquíes de tamaño natural colocadas sobre pedestales blancos y distribuidos estratégicamente alrededor de un gran contenedor que contenía una tonelada de pacanas de Texas.
Los visitantes debían interactuar con cada una de las esculturas (abriendo y cerrando los muslos de las maniquís) para poder romper las nueces.
Todas las maniquíes aparentemente iguales eran diferentes, todas ellas encarnaban los dos estereotipos polares del poder femenino.
La artista pretendía criticar los clásicos estereotipos de idealización femeninos que la publicidad se ha encargado de grabar a fuego en la mente de los consumidores durante décadas: la delgadez, el maquillaje, el peinado de peluquería, la ausencia de bello, la piel tersa y las piernas largas como símbolo de perfección y el inolvidable concepto de cosificación sexual. Mujeres como elementos decorativos, simples jarrones de exposición.
Pero su obra tiene dos caras. No solo es una crítica a la visión patriarcal de lo femenino, también es un reflejo simbólico del empoderamiento de la mujer, y lo expresa a través de una metáfora que cualquier persona puede entender sin explicación, a los hombres incluso les puede resultar doloroso imaginarlo. La instalación no se llama ‘Cascanueces’ por casualidad. Cada una de esas mujeres maniquí tiene entre sus piernas un mecanismo con la fuerza necesaria para romper, destruir y aplastar pequeñas y débiles nueces.